Image via Las Ninyas del Corro/Instagram
Santiago Cembrano is POW’s resident Spanish Rap connoisseur.
The phrase becomes a mantra after you hear it a few times, once it’s memorized and softly murmured: “Somos flaite, nos gustan los millones / Nos gustan las mansiones / Nos gusta hacer canciones.” Benjitalkapone raps it endlessly, over a luminous sample with ever-changing percussion, traversing multiple genres. It’s a catchy and hypnotizing prayer. This is the essence of Infraworld, Vol. 1, portraying the marginal life of a flaite in Santiago, Chile. Benjitalkapone is a romantic flaite: he pleads to see that booty in “deja ver lemme see” and spends his days thinking about pussy in “to lo día.” While Detroit rap aesthetics, plugg, and other sonic influences encourage a raw sound, Infraworld takes it to the extreme and revels in it. Before critiquing the mixing or mastering, listen to what Benji confesses in “benjita el sarakachambo”: “Que si sueno mal, que si sueno feo / Me da igual / Total me lo produzco yo, no tengo que pagar.”
La frase se convierte en un rezo cuando la escuchas un par de veces, cuando te la sabes de memoria y empiezas a pronunciarla suavemente: “Somos flaite, nos gustan los millones / Nos gustan las mansiones / Nos gusta hacer canciones”. benjitalkapone lo rapea una y otra vez, hasta el infinito, sobre un sample luminoso bajo el que la percusión cambia, pasando por múltiples géneros. Es un rezo pegajoso; no sabes bien por qué, pero vuelves a él, cada vez con más frecuencia. Así pasa con todo Infraworld, Vol. 1, el retrato de la vida marginal de un romántico persistente en Santiago de Chile: benjitalkapone suplica que le dejen ver ese toto en “deja ver lemme see” y pasa sus días pensando en ese culo en “to lo día”. Aunque la estética del Detroit, el plugg y otras influencias sonoras alientan un sonido crudo, Infraworld lo lleva al límite, y es consciente de ello. Antes de criticar la mezcla o el máster, hay que escuchar lo que benji admite en “benjita el sarakachambo”: “Que si sueno mal, que si sueno feo / Me da igual / Total me lo produzco yo, no tengo que pagar”.
Not yet two decades into life, Doly Flackko is far from naive. “Soy consciente de que en este ambiente la gente es pasajera,” he raps on Piola Vago’s title track. It’s a wise observation, immediately followed by a gem that always makes me laugh: “Hoe, no quiero coger ahora / No seas tan pajera.” Hailing from Río Gallegos in Argentine Patagonia, he glides with style and grace over Emirsito’s interpretation of Detroit rap, effortlessly showcasing his charismatic personality. The charm of Piola Vago feels like a conversation with that friend who has a brilliant and amusing thought every time he opens his mouth. Doly Flackko also reveals a vulnerable side in the outro (“Ya casi nunca estoy sobrio / El porqué es más que obvio / Hice música con bronca / Me drogué con odio”) without losing sight of the everyday pleasures he allows himself to enjoy: “Sabemos bien que lo logramos / Sobran billetes, vino y gramos.” This blend of tones and perspectives demonstrates two things: he raps exceptionally well, and above all, he’s entirely original.
Sin llegar todavía a las dos décadas de vida, Doly Flackko no es ingenuo.“Soy consciente de que en este ambiente la gente es pasajera”, rapea en el tema que le da nombre al disco. Es una observación sabia, que de inmediato yuxtapone con una perla que me roba una cacajada cada vez que la escucho: “Hoe, no quiero coger ahora / No seas tan pajera”. El de Río Gallegos, la Patagonia argentina, se desliza con estilo y gracia sobre la interpretación del Detroit que hace Emirsito, y le abre espacio a su personalidad, carismática sin esfuerzo. La ilusión de Piola Vago es la de una charla con ese amigo que tiene un pensamiento tan genial como divertido cada vez que abre la boca. Y le queda tiempo para abrir un flanco vulnerable en el outro (“Ya casi nunca estoy sobrio / El porqué es más que obvio / Hice música con bronca / Me drogué con odio”), aunque eso no lo distrae de placeres cotidianos que se permite disfrutar: “Sabemos bien que lo logramos / Sobran billetes, vino y gramos”. Toda esta combinación de tonos y registros, y su forma de presentar sus pensamientos, demuestra dos cosas: rapea muy bien, y sobre todo, es totalmente original.
“Siempre en busca del papel / Por quitar a esa mujer de trabajar / Insha’Allah,” raps Madrid’s Huda in “Cómo no.” The woman she speaks of is her mother, Jamila, who gives her debut its name and serves as her ethical and identity compass. Each of the thirteen tracks on Jamila —half produced by Illink and the other half by $kyhook, in a brilliant exercise of dialoguing with French rap and electronic music to reflect her worldview— are part of a grand homage to Huda’s Moroccan heritage and all her learnings. You don’t need to understand Arabic to be moved by the album’s title track, its last one: the maternal fire and guiding light are evident. This torrent of emotion shines particularly brightly in anthems like “No he parado”: $kyhook’s bubbling, dynamic beat provides the perfect backdrop for Huda’s melodies, as she navigates between rapping and singing with impressive flexibility, showcasing both her roots and her ambition. “Últimamente se hace realidad todo lo que presiento,” declares the Free Sis Mafia member in “Benzo,” configuring Jamila as a map tracing where she comes from and where she’s headed.
“Siempre en busca del papel / Por quitar a esa mujer de trabajar / Insha’Allah”, rapea la madrileña Huda en “Cómo no”. Esa mujer de la que habla es su madre, Jamila, que además de darle el nombre a su debut le marca un norte ético y de identidad. Cada una de las trece canciones de Jamila —la mitad producida por Illink y la otra por $kyhook en un ejercicio genial de dialogar con el rap francés, la electrónica y más para reflejar su cosmovisión— hacen parte de un gran homenaje a la herencia marroquí de Huda y todos sus aprendizajes; no hay que entender árabe para emocionarse con la canción que cierra el disco y le da nombre al proyecto, ahí esta ese fuego maternal, la luz que la guía. Y ese torrente brilla con fuerza particular en himnos como “No he parado”: el beat burbujeante, dinámico, de $kyhook es el tapiz perfecto para las melodías de Huda, que se mueve entre el rapeo y el canto con flexibilidad impresionante, para plasmar su origen y también su ambición. “Últimamente se hace realidad todo lo que presiento”, afirma la integrante de las Free Sis Mafia en “Benzo”, y así configura a Jamila como un mapa en el que traza de dónde viene y hacia dónde va.
The autotuned chorus, melodic exploration, and even LOWLIGHTS’ ostentatious beat make “Napoleón,” the second track on P.E.K.E., a rarity for Ill Pekeño. However, the usual foundations are still there, this time accompanied by the satisfaction of achieved goals and the hunger to chase new ones: “Pa’ que ya nunca nos miren mal / Seguimos pico y pala, queda nada para el mineral / De pedir la general / De peón a general,” he sings. Everything remains constant in the south of Madrid: here we have the neighborhood chronicles (“Un Día Cualquiera,” featuring Ergo Pro and Elio Toffana with a beat by Dano in his best homage to late 20th-century DJ Premier), the sweet smell of graffiti (“Wanted mag,” produced by Tensei One), and Peke’s grandmother as an all-powerful figure. Meanwhile, P.E.K.E finds the rapper from Orcasitas expanding his range with tracks like the Jersey club-inspired “metal gear,” courtesy of A.Dense. No matter what comes next, the member of the Mafia Gregoriana can already claim a victory. He celebrates in “Alzheimer”: “Hemos pasado de comer pasta a hacerla / Puedo decir que me he quedado conforme / Recuerda el nombre: Poca Estatura Korazón Enorme.”
El coro con autotune, la exploración melódica e incluso la pista teñida del exceso ostentoso de los 2000 cortesía de LOWLIGHT hacen de “Napoleón”, el segundo tema de P.E.K.E, una suerte de rareza para Ill Pekeño. Sin embargo, ahí están las bases de siempre, solo que esta vez llegan con la satisfacción de las metas cumplidas, y con el hambre de perseguir las nuevas: “Pa’ que ya nunca nos miren mal / Seguimos pico y pala, queda nada para el mineral / De pedir la general / De peón a general”. Todo sigue constante al sur de Madrid: ahí están las crónicas de barrio (“Un Día Cualquiera”, con Ergo Pro y Elio Toffana y un beat de Dano en su mejor homenaje al DJ Premier de finales del siglo XX), el olor dulce del graffiti (“Wanted mag”, producida por Tensei One) y la abuela como figura todopoderosa. A la vez, P.E.K.E encuentra al rapero de Orcasitas ampliando su rango con cortes como el Jersey club de “metal gear”, cortesía de A.Dense. Más allá de lo que venga ahora, el de la Mafia Gregoriana ya puede cantar una victoria. Celebra en “Alzheimer”: “Hemos pasado de comer pasta a hacerla / Puedo decir que me he quedado conforme / Recuerda el nombre: Poca Estatura Korazón Enorme”.
There’s a prophetic quality, like a fulfilled prophecy, that covers the verses of Kei Linch in Dulcinea, her debut album after two EPs. “Soñaba llenar la mesa de cream / Par de sambas en Brasil / Par de galas en París / Ahora de viaje y vestidos de Nike con el team / Lo veía venir,” she raps in “Bendecida $ afortunada.” It’s not a nagging I told you so, but rather what she knew was going to happen. Kei Linch raises the bar on Dulcinea, the blend of her tenderness and streetwise lessons, a nod to her multifaceted nature: she raps with greater precision (“Furyosa >:(“ and “Kruela” carry a potentially chilling violence), her singing prowess ascends (“La mejor noche de mi vida <3>
Hay cierta cualidad anticipatoria, de profecía cumplida, que cubre los versos de Kei Linch en Dulcinea, su debut luego de dos EP. “Soñaba llenar la mesa de cream / Par de sambas en Brasil / Par de galas en París / Ahora de viaje y vestidos de Nike con el team / Lo veía venir”, rapea en “Bendecida $ afortunada”. No es un “Se los dije” fastidioso, sino lo que sabía que iba a pasar. Kei Linch sube el nivel en Dulcinea —la combinación de su ternura y las lecciones callejeras, un guiño a sus múltiples facetas—: rapea con mayor precisión (“Furyosa >:(“ y “Kruela” cargan una violencia potencial estremecedora), la potencia de su canto asciende (“La mejor noche de mi vida 3”) y equilibra intuitivamente todos los intereses musicales de la rapera de Madrid, Colombia: el reggaetón (“Tú m haces mal .I.”) o el sonido mexicano (“Ay amor”). Volvamos a “Bendecida”, que abre el disco: “Aún no toco la cima / Pero no cumplo horarios, no mandan extraños / La vida es sencilla”, canta. Es la manifestación de una seguridad tranquila, completa.
“Once I thought I could write a great story. Then I realized that somewhere, someone would always be telling a better one,” says Argentinian journalist Fabián Polosecki at the beginning of SP.I.. Mir Nicolás’ debut, the most anticipated in recent years of Spanish-language rap, is a polyphonic exercise that engages in a generous dialogue with those voices—so many—that have shaped Argentina in various forms: the singer Sergio Denis, the combative poet Raúl González Tuñón, the sports commentator Enrique Sacco. Setting aside the pretension of originality frees the Pablo Podestá rapper, in the western suburbs of Buenos Aires, to showcase his writing skills, displaying a profound slang that keeps you away and seduces you to understand it. “Opiáceos este vaso que me deja de miopía / Estoy casi en los 30, me siento Enzo Díaz / Mi discografía toda hecha en el furgón del metrovías,” he raps in “Palo a Palo”, revealing the place and mental state from which these verses emerge. And if the album is titled Spinettaje Intenso it’s not only because of Flaco Spinetta, but also because it also weaves vignettes of national identity one sample at a time: each beat is a window into other explorations of his country’s music, a collage of the histories of so many other Argentinians who made songs and declared: I was here!
El que habla es otro. “Alguna vez pensé que podía escribir una gran historia. Después, supe que siempre en algún lugar, alguien estaría contando una mejor”, dice Fabián Polosecki al inicio de SP. I. El debut de Mir Nicolás, el más esperado de los últimos años del rap en español, es un ejercicio polifónico, que entabla un diálogo generoso con esas voces, tantas, que han pensado Argentina en distintos formatos: el cantante Sergio Denis, el poeta combativo Raúl González Tuñón, el comentarista deportivo Enrique Sacco. Dejar de lado la pretensión de la originalidad libera al rapero de Pablo Podestá, al occidente del conurbano bonaerense, para desplegar todas sus habilidades como escritor, con un argot profundo que te aleja y a la vez te seduce a estudiarlo y entenderlo. “Opiáceos este vaso que me deja de miopía / Estoy casi en los 30, me siento Enzo Díaz / Mi discografía toda hecha en el furgón del metrovías”, rapea en “Palo a Palo”, y nos cuenta el lugar y el estado mental del que salen estos versos. Y si el disco se llama Spinettaje Intenso es porque también teje viñetas de identidad patria un sample a la vez: cada beat es una ventana a otras exploraciones de la música de su país, un collage de historia de tantos otros argentinos que hicieron canciones y así dijeron “¡Estuve aquí!”.
Mal de Altura’s cover disorients us. We see Juan José Ortiz-Arenas’s photograph from below: N. Hardem, or the sole of his sneaker, silhouetted against an antenna scratching the skies of Bogotá, 2,600 meters above sea level, enough to make foreigners dizzy. Either Hardem overwhelms us —this album can be read as his return to competition raps after 2021’s Verdor—, we are falling with him, or we see him falling from the peak. Or perhaps all at once. The seventh album from the Bogotá rapper, his second LP, fractures stable, expected categories and finds triumph in defeat (“Víctima de mi invento como Murcia Guzmán / Pero lo intento, ustedes no hacen nada, nunca ni van,” he admits in “CÓRCEGA,” featuring the Spanish rapper SD Kong) and discontent in victory (“No es el trofeo, es el alivio que hay detrás / Y el equilibrio corcovea, y lo que se volea pa’ conseguirlo,” he concedes in “INTERNACIONAL WELTER”). This is a more weathered man than the Hardem who debuted ten years ago with Cine Negro. It’s this maturity that intensifies a cry of survival like that in “AIR,” produced by the Canadian Nicholas Craven, or in “NÃO MORRI,” with a chilling beat courtesy of El Arkeólogo: despite everything, Hardem has not died, he does not give up.
La portada de Mal de Altura nos desorienta. Vemos la fotografía de Juan José Ortiz-Arenas desde abajo: N. Hardem, o la suela de su zapatilla, recortado contra una antena que rasca las nubes de Bogotá, a 2.600 metros sobre el nivel del mar, suficientes como para marear al extranjero. Hardem nos aplasta —este álbum se puede leer como su retorno a la competición luego de Verdor—, o estamos cayendo con él, o lo vemos caer desde la cima. O todas a la vez. El séptimo disco del rapero bogotano, su segundo álbum, fractura las categorías estables, esperadas, y encuentra triunfo en la derrota (“Víctima de mi invento como Murcia Guzmán / Pero lo intento, ustedes no hacen nada, nunca ni van”, admite en “CÓRCEGA”, en colaboración con el español SD Kong) y sinsabor en la victoria (“No es el trofeo, es el alivio que hay detrás / Y el equilibrio corcovea, y lo que se volea pa’ conseguirlo”, concede en “INTERNACIONAL WELTER”). Esta es una mirada más curtida que la del Hardem que debutó hace diez años con Cine Negro. Es esa madurez la que intensifica un grito de supervivencia como el de “AIR”, producida por el canadiense Nicholas Craven, o el del “NÃO MORRI”, con un beat estremecedor cortesía de El Arkeólogo: pese a todo, Hardem no ha muerto, no se rinde.
When Las Ninyas del Corro present themselves as BITCHES IN BUSINESS —a departure from the Japanese warriors we met with Onna Bugeisha (2021)— it’s not just about wanting to have their piece of the cake or demanding their Tiny Desk session (“The Wave”). The title carries an ironic twist, stemming from an insider’s view of the music industry (“It’s like watching your parents fuck,” they told me during our interview), and it’s revealed when Laura Bonsai raps in “Punto de partida” about splurging on haute couture dresses, only to return them after the party is over. This album isn’t a celebration of luxury or the girl boss figure; it’s simply about making ends meet. And doing so from the periphery of a Barcelona that opens up to tourism and leaves behind working-class neighborhoods like Sant Adrià de Besòs or Bon Pastor, where Laura and Felinna Vallejo hail from. Class consciousness is an essential ingredient of Las Ninyas recipe, as it was in their previous album, but this time it’s accompanied by humor and sensuality, nuances that strengthen the album, produced mostly by Esse Delgado. He diversifies and lightens the seriousness of the classic boom-bap sound that initially brought them recognition.
Cuando Las Ninyas del Corro se presentan como BITCHES IN BUSINESS —una ruptura frente a las guerreras japonesas que conocimos con Onna Bugeisha (2021)—, no se trata solo de querer llevarse el pastel o de exigir su sesión de Tiny Desk, (“The Wave”). El título tiene un doblez irónico, que viene de conocer por dentro la industria musical (“Es como ver follar a tus padres”, me dijeron cuando las entrevisté) y que se revela cuando en “Punto de partida” Laura Bonsai rapea que claro que compra vestidos de alta costura, pero solo para devolverlos tras un solo uso cuando la fiesta acaba. Este disco no es una exaltación del lujo ni de la figura de la girl boss: simplemente se trata de buscarse la vida. Y de hacerlo desde la periferia de una Barcelona que se abre al turismo y deja de lado barrios como Bon Pastor, el de Felinna Vallejo, que completa la dupla. La conciencia de clase es un ingrediente esencial de esta receta, al igual que en el disco anterior, pero esta vez viene acompañada de humor y sensualidad, matices que fortalecen el álbum, producido en su mayoría por el también catalán Esse Delgado, que diversifica y relaja la seriedad del boom-bap clásico con el que se hicieron conocidas.
Solok.Os’ full-length debut is tinged with blood and violence as it follows the same path that Boogie Down Productions outlined in 1987 and that rap has narrated so many times — that of the criminal mentality. Despite the robberies and shootings, the mindset discussed by the rapper from Vic, Catalonia, isn’t about master criminals but about young people doing what they have to do to earn their bread and cheese in a context with little margin for error or choice. Thanks to his technical skill in weaving complex rhyme patterns, Solo holds his own when he collaborates with titans like Dano and ToteKing over the grimy, sometimes Griselda-esque production by Sabiobeats. However, he doesn’t rely solely on multisyllabic rhymes to evoke emotions; he also brings that wounded passion to songs like “TRAUMA,” a family chronicle. The determination with which he pursues his prey in “CHOSEN ONES” leaves no doubt that it’s only a matter of years before he sinks his fangs in. He does what’s necessary too; that’s his criminal mindset.
El debut de Solok.Os se tiñe de sangre y violencia a medida que avanza por la misma senda que Boogie Down Productions esbozó en 1987 y que el rap ha narrado tantas veces, el de la mentalidad criminal. A pesar de los asaltos y los disparos, la mentalidad criminal de la que habla el rapero de Vic, Cataluña, no trata de grandes delincuentes sino de jóvenes que hacen lo que tienen que hacer para conseguir su pan en un contexto con poco margen de error y de decisión. El Solo colabora con titanes como Dano y ToteKing y sale bien parado sobre esos beats sucios, lentos, de Sabiobeats gracias a su habilidad técnica para hilar patrones de rimas complejas, pero no depende de las multisilábicas para emocionar: también cuenta con esa pasión herida que plasma en canciones como “TRAUMA”, una crónica familiar. Es tal la determinación con la que persigue su presa en “CHOSEN ONES” que no queda duda de que solo faltan unos años para que le clave los colmillos. Él también hace lo necesario, esa es su mentalidad criminal.
With an impressionistic pen, brimming with light, Sirio paints images that dislocate the unified meaning we sometimes expect from an album. After listening to it several times, I still don’t quite grasp what Cadillac One —another installment from Rosario’s Golden Boyz, who have helped make the Argentine underground the most exciting scene in Spanish-language rap— is about. And yet, or perhaps precisely because I don’t fully understand its essence, I keep returning to Cadillac One. I return to revel in Irivrte’s production, with smokey soul loops that transport us back to the seventies, reminiscent of Roc Marciano’s style. I return to hear Sirio liken himself to Rajon Rondo for how he emerges from the backcourt in “Good Nights,” alongside Madrid’s Franco Carter, or to aim a rifle at daybreak in “Seda Persa,” aptly describing the elegant sensation he evokes. “Nunca me sorprendió si nos criamos en desnutrición,” Sirio asserts in “La Sentencia,” just before explaining that he’s always in position because he was born to hustle. Amidst streets lacking affection, surrounded by children who lose their memories as they grow, Cadillac One is a text we can revisit to seek what words fail to capture.
Con una pluma impresionista, llena de luz, Sirio dibuja imágenes que dislocan el sentido unitario que a veces esperamos de una obra. Después de escucharlo varias veces, todavía no sé de qué va Cadillac One, otra entrega más de los Golden Boyz, ese colectivo de Rosario que ha contribuido a hacer del undeground argentino la escena más emocionante del rap en español. Y aún así, o tal vez precisamente por no saber de qué va, sigo volviendo a Cadillac One. Vuelvo para disfrutar de la producción de Irivrte y sus loops llenos de soul que nos devuelven a los setenta, al estilo de Roc Marciano, y para escuchar a Sirio compararse con Rajon Rondo por la forma en que sale desde el fondo en “Good Nights”, junto con el madrileño Franco Carter, o apuntar un rifle hacia el alba en “Seda Persa”, una buena descripción de la sensación elegante que trae escucharlo. “Nunca me sorprendió si nos criamos en desnutrición”, afirma Sirio en “La Sentencia”, poco antes de explicar que siempre está en posición porque nació joseador. Entre calles sin cariño, rodeado de niños que pierden sus recuerdos cuando crecen, Cadillac One es un texto al que podemos volver para buscar eso que las palabras no alcanzan a capturar.
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